Llevo muchos años emprendiendo, desde cero, he disfrutado muchísimo saliéndome del camino, teniendo que diseñar software, hardware y nuevas estrategias de negocio para subsistir.

Es una experiencia única, la de ser el pez pequeño en un sector que domina el mundo, como es el petrolífero y materias primas, ver como un pequeño desarrollo tecnológico, propuesto por una startup con medios muy limitados logra generar cambios de cientos de millones.

Es importante evolucionar, ser capaces de generar mejoras por pequeñas que sean en nuestro entorno, personal y laboral.

Hace una semana, septiembre de 2020, un año cuando menos extraño, en una videoconferencia con varios directivos de renombre uno de ellos me dijo; 

“Anael, conozco en profundidad tu historia, vuestros proyectos, la capacidad de hacer mucho con muy poco y sonreír con cada resultado, aunque algunos no sean los esperados siempre continuáis adelante con buen gesto, tenéis capacidad, contactos de alto nivel y experiencia en el nuevo mundo que se avecina, creo debes compartir lo que haces, buscar la forma de montar una red de colaboración, de ayudar a otras personas a perder el miedo a abrir nuevos caminos aplicando tecnología, por que la tecnología, desde la mas sencilla a la más compleja no hace falta ser tecnólogo para aplicarla, simplemente hay que querer hacerlo y rodearse de la gente adecuada”